sábado, 22 de noviembre de 2008

Con alguien así, me caso

Subiendo en bicicleta bajo el sol santiaguino de uno de los días más calurosos que ha habido este año, al menos para mí, que lo disfruté recorriendo sobre dos ruedas las avenidas y ciclovías de la gran capital, casi muero.
Así no más: una esquina y varios automóviles detenidos esperando que por la otra calle no bajara otro auto y poder doblar. Lástima que yo venía por el lado contrario al que todos miraban. Mi instinto me hizo frenar, y justo cuando me detuve, un auto gris avanzó... pero al verme detenido casi sobre el capó, se detuvo al tiro.
Yo me quedé mirando el pequeño espacio -de unos 50 centímetros- que separaba la vida de mi muerte. Así lo vi porque el auto aceleraba rápidamente, y mi cleta avanzaba sin tregua con velocidad y fuerza
En ese pequeño espacio que nos separaba, también el tiempo nos separaba. Unos largos segundos me hicieron retornar el aliento, y miré al interior del auto... pensaba que aparecería un señor, una dama, un jóven un caballero o uno de esos viejos culiaos... de esos estresado que no están ni ahí con la vida.
Pero pobre. Al otro lado del parabrisas, una mujer jóven me decía con sus labios repetidamente "perdón, perdón, perdón...", me miraba como hundida en el asiento del chofer con sus manos juntas sobre la boca, pidiéndome perdón... A su lado una amiga media nerviosa con su sonrisa nos miraba, y én el asiento de atrás, más gente que no distinguí, pero al menos eran cuatro.
Ella decía perdón... y esperaba que yo hiciera algo.. me refiero, a que le sacara la madre, le gritara varios improperios, le preguntara irónicamente "No tienes ojos?!!!"... en fin...
Yo también estaba pensando en qué chucha le decía al viejo culiao antes de ver quién iba manejando. Pero con alguien que te hunde en su asiento, te mira a los ojos, te pide varias veces perdón, y que además, pone sus manos en son de perdón... todo eso lleno de una ternura nerviosa y con un poco de seriedad, otro de pudor y otro de broma..
¿Qué podía hacer?

Lo pensé y lo pensé. Mis piés aceleraron la marcha, las ruedas salieron del paso, me di vuelta y no la vi más.

Pero me fui con una pequeña sonrisa hacia la cordillera iluminada con la ternura de su pudor pidiéndome perdón.
Me fui conversando conmigo mismo, que con alguien así, no había nada que decirle. Había aceptado su error, y me había entregado mucho más de lo que debía. Enmendó el error, cosa difícil, pero cierto.
Con alguien así, me caso.
Si la veo otra vez, ya sabe mijita. Me atropella o se me casa.

Un abrazo caluroso a mi nueva esposa...

2 comentarios:

carla dijo...

agilao!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Y ahora la nueva táctica de conquista es dejarse atropellar... Ya veo pq me quedaré solterona, a menos, claro, q yo atropelle a alguien. lo cual no es tan difícil dp de todo.

Saludos amigo